Ocurrió en los albores de siglo XVII. En una pequeña canoa, tres obreros en busca de sal surcaban las aguas de la oriental y norteña Bahía de Nipe; cuando vieron flotar, entre la espuma de las suaves olas, un pequeño bulto blanquecino que se les antojó ser un ave; el día comenzaba a clarear y remaron a su encuentro.
Sus vestiduras estaban secas a pesar de navegar sobre una débil tablilla, en la cual unas grandes letras decían: